8.- LOS DILEMAS DEL RELATIVISMO Y ABSOLUTISMO MORAL

          La materia biológica desarrolla percepción como parte de su informática y fines de supervivencia, y termina especializándose en sensar y procesar cada fenómeno, patrón y dimensión de su universo: espacio, tiempo, movimiento (producido por una fuerza), cantidad y cualidad (se conoce que fuerzas físicas afectan el espacio-tiempo, y que también provocan transformaciones entre cantidad y cualidad material).  Y así como en el ámbito material se formalizan marcos de referencia absolutos y relativos para establecer magnitudes y unidades de medida; también sucede en el marco lógico de la información y las ideas (paradigmas), y por supuesto también en el de la ética para establecer valores y normas; y como en un sistema (y el universo lo es), la neguentropía o entropía negativa es la magnitud que trata de resistirse al estado de equilibrio termodinámico (entropía o caos) de ese sistema, o sea es la medida de su organización; a esa acción de resistencia, en el campo ético, es lo que se denominaría como una acción virtuosa o virtud (¡no tan rápido!, ver falacia naturalista).  Los estados de neguentropía suelen ser transitorios, se necesitan ciertas condiciones para hacerlos duraderos, y se pueden presentar ciclos orden/desorden.

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          Producto de la percepción, la moral puede ser relativa: a la posición geográfica (a la cultura); relativa al tiempo o a la época (al momento histórico, a la edad personal, a si las necesidades son urgentes, inminentes o pueden ser aplazables); relativa a la posición con respecto a la dirección de la fuerza o al poder (opresor u oprimido, dador de órdenes o receptor); relativa a la cualidad del valor ético (supervivencia, y sus derivadas: placer, utilidad, valor de verdad, altruismo, etc.), o del contexto informático de donde se desarrolla ese valor (instintos biológicos, razón y consciencia individual, o colectiva, leyes y normas del sistema); y también relativa a la cantidad de valor (categoría ética, cantidad de información y de experiencia, consecuencia y costo de tomar una decisión), y a la cantidad de egos (necesidades del individuo y del grupo).  Pero sin importar lo relativo y lo perceptivo, las diferentes morales e interpretaciones teóricas de la ética que ellas producen, ni importar sus dilemas consecuentes; la búsqueda de una moral total (fines, medios e intención ética), es decir justicia máxima, y calidad total a través de una conducta humana, por encima de percepciones y dilemas, es el objetivo de la ética como actividad filosófica; y como fin, trasciende incluso al medio o regla de oro de la moral para toda época y marco de referencia: la dialéctica y súper empática “haz a los demás lo que querrías y consideras deberían hacer contigo en la misma circunstancia”.  O sea mientras la moral como conducta tiene por objeto lo posible, la ética como estudio tiene por objeto lo necesario.

          Los dilemas morales son tomas de decisiones generalmente complicadas donde hay que establecer jerarquía o prioridad entre dos (o más) percepciones/acciones morales, generalmente ambas virtuosas; o también cercanas a ambos extremos viciosos (ojo por ojo y la otra mejilla, la venganza y la impunidad, por ej.), o sea alejadas de la virtud; o a veces una acción moral virtuosa desde una percepción, que debe violar una norma moral o ley establecida desde otra; y como ejercicios dialécticos que son, tienen que ver más con asuntos relativos a cualidad y cantidad que a espacio-tiempo, estos últimos con mayor influencia en la conformación de consciencia colectiva.  Esos dilemas han sido materia de estudio filosófico desde que el hombre adquirió razón y juicio, y es tema didáctico principal en la mayoría de fábulas y leyendas mitológicas antiguas, y modernas como los comics.  Los dilemas morales más extremos (de suma cero, según la teoría de juegos, cuando se decide entre dos individuos) son los que involucran directamente al básico instinto de supervivencia (dilemas de autodefensa y autosacrificio, dilema del tranvía, dilema de Heinz); luego están los que secundariamente derivan de dicho instinto, como son los que pesan las necesidades (pasiones, deseos, intereses, valores) de un individuo con respecto a las de otro con o sin parentesco genético, o sea pesan calidades por prejuicio o por genética (dilemas salomónicos, dilema del prisionero); las de un individuo respecto a un grupo (suma no cero), o los de un nivel grupal simple con respecto a otro jerárquicamente más general y complejo (dilema o tragedia de los comunes, dilemas sociopolíticos y socioeconómicos).  La ventaja o desventaja de cualquier tipo de poder (conocimiento, autoestima, riqueza, fuerza, belleza, juventud o tiempo de vida útil, etc.) influye mucho en estas decisiones, sea que haya que tomarlas uno mismo, o un tercero parcial o imparcial, debido a que cambia la percepción acerca de las posibilidades de supervivencia y del riesgo moral, y puede convertir la decisión ante un dilema en una doble moral.

          Hacer relativismo ético, o hacer relativismo (o absolutismo) de cualquier cosa, es hacer una forma de filosofía; y como toda filosofía, implica la elaboración de argumentos e hipótesis que siempre ocultan inintencionalmente falacias de justificación, muchas veces sin esforzarse mucho en alcanzar valor de verdad, que dificulta también alcanzar valor de bondad (hacer metaética); un poco parecido a como sucede en el relativismo y absolutismo teológico, donde en cambio alcanzar valor de verdad para alejarse de la mitología y perfeccionar la fe es en realidad más complicado, debido a que más que ir en dirección a la ciencia, aún intentando ser racional, lo hace solo en dirección a la metafísica (y los temas de supervivencia no se refieren a la materia, sino a una subjetiva mezcla entre información del ego y consciencia ética a la cual denominan “espíritu”, que sobreviviría en algún lugar que trascendería a la vida en este ontológico universo material).

          El problema de las éticas relativista y absolutista, y sus morales, es que dependen fundamentalmente de la simple razón intuitiva.  La moral relativista supondría que en las tomas de decisiones ante los dilemas morales, las interpretaciones de los deberes morales deben someterse a las interpretaciones de los derechos; los deberes tienden a ser relativos y los derechos absolutos (tienden al privilegio).  En la moral absolutista las interpretaciones de los derechos deben someterse a las interpretaciones de los deberes morales; los deberes tienden a ser absolutos (tienden a la obligación) y los derechos relativos (el dilema entre la «guerra» contra las drogas y su daño colateral, versus la liberalización y los suyos, son el modelo perfecto de dilema entre filosofías absolutista y relativista).  Un justo medio que eficientice ambas interpretaciones es el objetivo de la ética de la virtud en su teoría normativa.  La Ética debe tener como objetivo además la búsqueda de cómo ir minimizando la posibilidad de existencia de los dilemas morales mismos, aplicada a través de las ciencias sociopolíticas y psicopedagógicas; así como las de las paradojas morales (por ej. que hayan enemigos a los cuales se tenga que “amar como a uno mismo”), incluyendo por supuesto los falsos dilemas morales frutos de la manipulación, y hasta del azar.  Es objetivo también el estudiar (ética descriptiva) los límites óptimos de la responsabilidad moral.

          Toda proposición filosófica, conceptos, paradigmas y cosmovisiones, si bien no siempre pueden eternizar su validez en el tiempo y espacio, ellos tratan de hacerlo; y las morales, de formar consciencia colectiva; de alguna manera ellos adquieren cierta autopoiesis, y entran en conflictos y competencia con otros, y hasta pueden llegar a intentar romper la barrera del respeto en esa dialéctica.  Los paradigmas de la ética (vista desde la metafísica, desde la ontología, o desde la religión), como los dogmas, no están exentos de ello.

          ¿Si en el fin de buscar valor de verdad teológico (cuya epistemología utilizada es la Teodicea como medio lógico de intención deductiva) no han podido llegar a un consenso válido o aceptable con el problema del mal,  la tendencia a la entropía en el universo, el libre albedrío y la intencionalidad de los dioses, si se les puede atribuir alguna; y consideran el diteísmo o dualismo encubierto, un dogma teológico de jerarquía teórica inferior a un supuestamente superior monoteísmo, el cual no acepta ese dualismo como cualidades complementarias ambas dentro de una única entidad monoteísta, sino que lo considera como situaciones paralelas no vinculadas; mientras por otra parte asumen leyes de causa-efecto morales entre la vida en este universo y otra supuestamente posterior a la muerte (y anterior a la vida a veces), aunque no especulan siquiera que en ese universo metafísico el determinismo continúe funcionando; …podría considerarse ético el no manifestar duda teológica y entregarse al dogma y a la fe, si la baja información y la intuición por sí sola no generan calidad ética (falacia de algo?)?  ¿El dilema (con fines de “salvación y veracidad”) forzado por algunas religiones y tendencias teológicas entre creer y el no creer en la existencia de dioses; no constituiría un falso dilema? ¿Qué “salva”: la fe o los hechos?

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7.- PASIONES, VALORES E INTERESES SE FUERON AL CAMPO UN DIA… (LA CONDUCTA PARTE II)

     El eterno dilema entre lo individual y lo social se deriva del eterno conflicto entre las necesidades del cuerpo (pasiones), necesidades que impone la razón (intereses) y necesidades de la consciencia ética (valores).  La rutina cerebral emocional es dominante, y sus necesidades (deseos), hace pareja con todas las demás, y es la más manipulada tácticamente por todo tipo de medios de control psicológico, sean políticos, mercadológicos, o religiosos; y vía de entrada a las anteriores.— En este punto del blog, es notorio que: las leyes dialécticas,  un poco de cientifismo, emergentismo y de reduccionismo a veces, son el pegamento que sirve de aglutinante a todos los argumentos filosóficos vertidos aquí, como muletilla y preámbulo para el planteamiento de eternas cuestiones éticas.— Recapitulando de entradas anteriores: en los umbrales iniciales de la materia viviente, el instinto informático adquirido por los nucleótidos lleva a la propiedad de replicación y posterior reproducción, y la homeóstasis termodinámica molecular al metabolismo y al instinto cibernético; fuerzas, tropismos o tendencias biológicas tan inexplicables y arbitrarias como las fuerzas físicas que les preceden.  La suma de ellas conforma la Autopoiesis, Instinto de Supervivencia, o necesidad vital (algunos le llaman ánima o alma).

     Los macroorganismos y sus cerebros son forzados a querer vivir; y las diferentes rutinas cerebrales evolucionan para responder a esta necesidad de vivir, tanto las reflejas e instintivas,  como las filosóficas y complejas que hacen uso del juicio cualitativo o axiológico (consciencia ética,…y estética) y el cálculo analítico (razón).  El ego administra la satisfacción de esta necesidad vital a través de las diferentes rutinas cerebrales, según se encuentren jerarquizadas por el carácter; y así como estos macroorganismos cumplen un ciclo vital que los lleva del nacimiento a la muerte, así también el ego sigue y se adapta a ese ciclo: necesidades de seguridad y protección, de adquisición de capacidades, de reproducción, de conservación y protección de la progenie, de trascendencia, y sus respectivos miedos y deseos, según la Psicología Evolutiva, van apareciendo siguiendo este ciclo vital.  Algunos psicólogos argumentan que el instinto biológico de reproducción (líbido) es tan determinante, que de alguna manera influencia desde siempre, todas las demás necesidades complejas del cuerpo y el ego.  Teorías psicológicas del desarrollo moral argumentan también sobre la evolución ética del ego dentro de su ciclo vital, que avanzaría por capas desde lo individual, a lo social, a lo universal.

     De la rutina emocional del cerebro (deseo y miedo), el ego desarrolla el egocentrismo y la confianza en sí mismo, y de allí la voluntad de poder y el deseo de acumulación; estos «softwares» del ego, en alguna de sus «líneas» «linkean» también y son influenciados por el instinto termodínamico biológico de la eficiencia y ahorro energético (parte del instinto cibernético), que algunos le llaman “mínimo esfuerzo”.  Como esa necesidad termodinámica, si no es la madre, por lo menos es la tía de la invención (y de la pereza), los organismos siguiendo este instinto (determinismo tecnológico), desarrollan y evolucionan funciones y/o artefactos (Tecnología) en busca de ventajas ergonómico-energético-mecánicas, térmicas, lumínicas, bioquímicas, informáticas o de comunicación, y de cálculo; y hasta norman y simplifican leyes, y crean valores, paremias (y prejuicios) en busca de ventaja de enjuiciamiento ético; también símbolos, mitos, dogmas, paradigmas y otros atajos, en busca de ventaja de esfuerzo lógico racional; y métodos mnemotécnicos y heurísticos para ventajas de memoria y procedimientos; y en ocasiones, si llegan a causar placer: apegos emocionales, zonas de confort, y hábitos de conducta ante estas ventajas.  La evolución tecnológica, parecido a la evolución cerebral y ética (Psicología Evolucionista), va produciendo especie de «saltos cuánticos energéticos», tales como el dominio del fuego, de la agricultura, de la energía molecular concentrada en hidrocarburos fósiles, de la fuerza electromagnética atómica, de la fuerza fuerte nuclear (fisión), de la fusión, etc., que llevan asimismo, de manera logarítmica, a diferentes grados de civilización; y hasta dicen que esa evolución termina atada a ciclos económicos (Onda Kondratiev).

     El ego y su carácter es producto de: el instinto de supervivencia, su temperamento innato, calidad de educación, contextos y circunstancias tan diversas como pueden ser: económicas, estéticas, espacio-geográficas, familiares, de género, político-sociales (que comienzan desde la jerarquía de natalidad entre hermanos, hasta si su nación es un imperio o una colonia), e ideológico-culturales; pero una de las más importantes son las temporales-históricas, ya que dialécticamente puede determinar todas las demás, y es la que más influye en la consciencia colectiva y ética.  La formación del carácter y la autoestima, y su calidad, es al final lo que determina la jerarquización entre necesidades de la razón (intereses) y de la consciencia (valores), o sea el detener un poco más el proceso reflexivo y la acción, para dar más oportunidad de involucrarse al nivel de juicio cualitativo ético que se posea (nivel de consciencia); también determina la autoestima el control y disciplina de los instintos biológicos (pasiones) y los deseos, apegos y dependencias emocionales; y como esta formación es un proceso continuo durante todo el ciclo vital, esta jerarquía puede sufrir cambios, bruscos y graduales, en el transcurso de la existencia de un ego.

       Y aquí caemos de nuevo en el dilema por la jerarquía entre los intereses y valores que fomentan un nivel de éxito individualista (egocentrismo), y los que fomentan una supervivencia colectiva eficiente (desprendimiento y solidaridad); y en una especie de dialéctica de comprobación empírica por ensayo y error, parece que se encuentra la humanidad todavía con respecto a ese dilema en todos los niveles de agrupación de egos.  Conocemos todos los grados de ética, pero el nivel ético teleológico (utilitarista o de la razón intuitiva) es el grado más elevado que parece alcanzar todavía la mayoría del ser humano actual, aún en un contexto de total libertad y necesidades básicas satisfechas; y solo juega limpio bajo coerción; porque no ha podido establecer de manera unánime y universal, el mejor modelo educativo y socio-económico que resolverá o encontrará el justo medio de ese dilema.

     ¿Si una agrupación de egos que responde a una identidad colectiva, como una nación, no se siente responsable ni avergonzada, por errores y conductas inéticas de antecesores históricos, aún contemporáneos, forjadores de dicha identidad colectiva, pero que aunque no lo perciban en su inmediatez generacional, forman todos parte de un mismo ciclo vital común; entonces un ego individual que haya evolucionado educativa y éticamente su ciclo de vida, y haya demostrado honesto arrepentimiento (considerándose el arrepentimiento, sin que intervenga ningún dilema del prisionero, una evolución de la autoestima); qué tanto debería sentirse culpable y avergonzado, por errores y delitos cometidos debido a su nivel de ignorancia y consciencia en etapas más tempranas de su ciclo vital?    ¿Debería ser cobrado su castigo, si estuviese impune, fuera ya de tiempo y contexto (justicia tardía), si mostró algún tipo de arrepentimiento?    ¿Si no debe perimir nunca la búsqueda de justicia, no debería en ese caso al menos, cambiar la calidad y simbología del castigo o del perdón (lo que merece y le toca)?    ¿Debe seguir siendo juzgado por ello un mismo ego, si es un ser biológico, mental y conscientemente distinto (“nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”)   ¿Culpa del tiempo y no de España?  ¿Cuándo es creíble y honesto un arrepentimiento para que sea,  sin exceso de culpa ni de disculpa, válido como justificación?  ¿Hasta dónde  este “relativismo ético” podría encajar con los absolutos y los Derechos Humanos?

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6.- EL ARTE DE LA GUERRA; EL ARTE DE LA PAZ

                La competencia en biología se da por y para supervivencia (ley de la selva), o su equivalente: por poder y privilegios.  La ética, una actividad filosófica humana, establece implícitamente que la competencia o juego de la supervivencia social (humana), debe tener resultados ganar-ganar; y cualquier resultado diferente es una aberración social, un conflicto.  Los conflictos pueden ser de tipo abusivos o asimétricos, por parte de un bando que explota a otro de menor poder; o más equilibrado entre dos bandos enfrentados de similar cantidad de autoestima y poder (la dialéctica del conflicto será diferente dependiendo de la diferencia en cantidad de poder entre los bandos).  Siempre que un conflicto implique ganar supervivencia al costo de la supervivencia de otro (ganar-perder), y este se defienda en reacción, se dice que es una Guerra.  Y ya sea porque los recursos se tornen más escasos que las necesidades, o dichas necesidades y conductas consecuentes se salgan de control, se dice que estos son los detonantes de una Guerra.

                A las acciones de cómo, cuándo y dónde se hace la guerra, es a lo que se considera su “arte” (o su técnica).  La guerra, como competencia dialéctica, energética o termodinámica de poder, implica una única Estrategia (esta es un medio que imita a la ética para alcanzar el fin de ganar): conseguir la máxima concentración, orden, cohesión o negentropía, poder energético, entalpía, sinergia, disciplina, información, economía, eficiencia, en el bando propio; y fomentar todo lo contrario en el bando opuesto, a los fines de ganar el balance estratégico.   Al empleo de la Inteligencia en acciones estratégicas que implican la búsqueda de las ventajas: mecánica, de cantidad, de cualidad, de espacio o posicionamiento, y de tiempo, le llaman Tácticas.  Y como una guerra se hace entre egos, o máquinas que los imitan; a las tácticas informáticas o psicológicas que libran y buscan ganar la guerra de percepción dentro de los cerebros, le llaman Estratagemas.

                Los fundamentos tácticos básicos son: ir a la ofensiva (acción), y evitar movidas neutras e innecesarias, cuando y donde se tiene ventaja (algunos la prefieren mínimo 2 a 1, según sea lo que se mida); y a la defensiva (reacción) cuando y donde no se tiene; y aquí hay pragmáticos que consideran que siempre que sea factible: retirarse, rendirse, o cualquier forma de concesión de poder es preferible al sacrificio, dado que el fin en juego es supervivencia y no ética, y siempre se puede volver a luchar más adelante; a menos que el sacrificio como concienciación y aumento de moral, sea una decisión táctica con fines éticos más trascendentes.  Las estratagemas de manipulación de la percepción (las 5 S) son: la Sorpresa/Sedante (distracción, guerra relámpago, circo, sueño, ilusionismo, drogas, hipnosis), o manipulación del instinto reflejo o estado de vigilia; la Seducción (adulación, señuelo, promesas) o manipulación del deseo, parte de la mente emocional; la Sugestión (intimidación, amenaza, chantaje, crear crisis) o manipulación del miedo (otra emoción); la Simulación (desinformación, propaganda, demagogia, camuflaje, contraespionaje, sigilo, secreto) o manipulación de la razón; y la Satanización (maniqueísmo, chivo expiatorio, difamación, estereotipar o etiquetar, eufemismo, justificación, fomentar autoculpabilidad, victimización y todo tipo de disminución de autoestima) o manipulación de la consciencia.  Toda esta combinación de medios éticos y antiéticos de supervivencia los desarrollan los animales por puro instinto, por evolución, o por intuición.

                La Paz significa ausencia de guerra, ya sea por finalización de la misma o por evitarla.  Dar fin a un conflicto de manera no violenta implica también el uso de estrategias que imiten la ética, y especialmente que imiten la simpatía y la empatía, cuya finalidad básica es convertir el resultado del conflicto en uno ganar-ganar; y la acción primaria de estas estrategias es ante todo garantizar la supervivencia de uno y otro bando, y luego garantizar satisfacción de necesidades más complejas que se derivan de dicho instinto de supervivencia; esto implica evitar fomentar el caos en el bando contrario, y generalmente concesiones o sacrificios.  Por supuesto que también se puede conseguir el fin temporal o definitivo de un conflicto por situaciones totalmente inéticas (ganar-perder), como pueden ser la rendición por coerción o simplemente vencer y destruir al contrario.

                Dependiendo del nivel de justicia que se desea conseguir en la negociación de la paz, se aplicará diferente nivel ético: teleológico cuando ambos bandos buscan sacrificar lo menos posible, no ganar menos que el otro, y si es posible, alguna ventaja; deontológico cuando se imponen reglamentos y sanciones igualitarios que limiten el uso de tácticas y estratagemas; hasta cristiano, cuando se sacrifica de manera consciente en busca de real justicia y transparencia.  En niveles éticos bajos de negociación se utilizan las mismas estratagemas que en la guerra, con especial cuidado de evitar las de manipulación de la consciencia (satanización), que afecta la dignidad y puede arrastrar consigo como un solo bloque a la razón y a las dominantes emociones; rutinas cerebrales que quedan subordinadas a la misma cuando ella actúa.

                Se dice que “el respeto al derecho ajeno es la paz”, y el principal derecho humano luego de la garantía de supervivencia, se considera es la Libertad.  Aunque la libertad ha sido visualizada tanto como algo metafísico, igualmente como la “condición ontológica de la ética”; esta realmente es una condición físico-matemática del ejercicio dialéctico: libertad es la posibilidad de ejecutar una voluntad (matemática de probabilidades), y el poder y capacidad de llevarla a cabo con o sin resistencia (física); aunque más bien puede ser considerada como el justo medio entre los extremos caóticos de la coerción o esclavitud y el libertinaje; ya que aunque se busque que todos tengan semejante probabilidades, poder, y poca resistencia; se deben imponer límites de seguridad en contra de la entropía (la única «mano invisible» de la que estamos seguros hasta ahora que existe en el nivel social es la ley de la selva).

                Somos esclavos muchas veces de nuestras desordenadas pasiones y necesidades (falta de disciplina emocional), y de poco falsados dogmas y paradigmas (falta de disciplina racional y mental), es decir de nuestros niveles de ignorancia y consciencia; y queremos que otros lo sean, no de los suyos propios, sino de los nuestros, y hasta hay quienes se atreverían a matar por ello.  Dado que la guerra es entrópica e injusta, y reaccionar a ella con la misma violencia también lo es; ¿hasta dónde debe llegar la lógica de esa reacción (guerra justa): hasta el proporcional castigo del agresor (ojo por ojo, aproximadamente);  hasta el apaciguante sacrificio del agredido (la otra mejilla); o justo al medio: hasta la paz  negociada del sistema?

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5.- DEL EGO ALFA AL LIDER ETICO

     Los egos entre sí, aunque son entes informáticos, se comportan como si fueran materiales;  ellos manifiestan, aunque no tienen total control de ella, la fuerza biológica de la supervivencia en forma de necesidades, tanto las del cuerpo físico como la versión del propio ego; además de que acumulan su propia forma de poder psicológico, que es la autoestima (en su forma potencial), carisma (en su trabajo dinámico emocional), u honor (en el ético); y cuya representación o dramatización es el carácter.  A las fuerzas o instintos que resultan de la interacción dialéctica entre egos (se cree que a través de las neuronas espejo), le llaman Simpatía o Antipatía, según sean de atracción o repulsión.

     Aunque el instinto sexual o de reproducción da preferencia a ciertas características estéticas, y afinidades biológicas, psicológicas y hormonales (sex-appeal), como forma de alcanzar calidad genética y potenciar supervivencia; los egos todavía por encima de eso, sienten atracción por la autoestima, lo cual es indiferente al género sexual; y ello así porque la cantidad de autoestima es un marcador de calidad del ego, y de potencial de supervivencia entre los animales; y la sinergia o cohesión entre autoestimas crea poder grupal o social, o sea multiplica poder.

Gráfico.- La Simpatía

     La variedad de egos nacen con, o desarrollan diferentes niveles de autoestima, y dependiendo de sus grados de confianza en sí mismos, pueden clasificarse en: egos alfa, beta u omega; siendo los egos alfa quienes concentrarán mayor poder psicológico.  Otros factores físicos, estéticos y circunstanciales pueden influir también en la conformación de un ego alfa.  Las relaciones entre egos de nivel cercano de confianza en sí mismos tienden a ser competitivas (antipatía) o cooperativas (simpatía) dependiendo de: la calidad de sus autoestimas o similaridad ética (egocentrismo), la relación entre instintos, intereses, conveniencias y recursos disponibles (dos gallos alfa no caben en un mismo gallinero);  mientras que las de entre egos muy disímiles tienden a ser disfuncionales y con tendencia a la subordinación; aunque muestran simpatía cuando poseen nivel de egocentrismo semejante, o sea éticas complementarias.

     Dentro de un grupo, o sea dentro de un sistema, es prácticamente un instinto natural que los egos inicien un ejercicio dialéctico y termodinámico de competencia por poder o acumulación originaria (estudiado en la sociobiología y la teoría de juegos), en el que los resultados tienden a la concentración de mando en un ego alfa o jerarquización, mediante un proceso de purga.  Cuando esta concentración se da de manera espontánea, los egos alfa imponen su propia ética (cohesión, administración de justicia, etc.) al grupo, y dependiendo de su egocentrismo del momento, definido por las circunstancias y el carácter, tenderá a ser Líder, Tirano, o Caudillo.  Si ningún ego califica como alfa por sí mismo, el grupo podrá escoger un Cabecilla de entre los de mayor capacidad y autoestima, al que transmitirán la ética del grupo.   En grupos formados de manera planificada no espontánea, o por terceros, un Jefe es nombrado, y una ética del sistema regirá o impondrá la moral tanto para el grupo como para el jefe.  La diferencia ética fundamental entre estos tipos de dirigentes estriba en que mientras líderes y cabecillas van delante y son seguidos por el grupo en las acciones de supervivencia ejecutadas (principio de sacrificio o responsabilidad); caudillos (del latín cauda=cola) y jefes ordenan desde atrás.  También los líderes provocan la más elevada manifestación simpática de respeto y admiración, los caudillos solo hasta la obediencia y el interés, y otros dirigentes menores entre el interés y la consideración.  El reciclaje y sustitución de un verdadero ego alfa tiende también a ser más traumático.

Gráfico.- Etica del Liderazgo

     Habiendo alcanzado relativo equilibrio y estabilidad la competencia interna por poder, una agrupación de egos empieza a adquirir también instinto sinérgico (cohesión, espíritu de cuerpo o sentido de pertenencia) y responde a la autopoiesis en cada una de sus escalas fractales: familia, vecindad, tribu, municipio, clase socioeconómica, etnia, región, nación, comunidad, imperio, humanidad, universalidad.  Pero, alcanzar un orden cibernético (sistema altamente organizado) en cada nivel, implica toda una evolución dialéctica de esos conflictos y competencias (Política); evolución mucho más compleja en animales con emociones, razón y consciencia, que tan solo instintos; además con diferentes percepciones y que deben filosofar por sí mismos.  Por tal razón, paralelo a esa evolución dialéctica sucede también una evolución ética (para alcanzar moral social); y en esa evolución, llamada en filosofía: “dialéctica del amo y el esclavo”, la concentración de poder puede ir de un modelo autocrático y oligocrático (ver ley de hierro de la oligarquía), a uno democrático, o socialista, y viceversa (Anaciclosis).  Dicen que le toma cerca de diez generaciones  o doscientos años a una sociedad (y a un matrimonio, siete años) para alcanzar un nivel de negentropía que le hará saber si será viable como nación o sucumbirá entrópicamente, aunque Popper haciendo filosofía de la historia, consideraba esas teorías como sesgos, y Asimov ciencia ficticia.  En ese mismo sentido el comercio de poder puede fluctuar del monopolio y el cártel, a la competencia distribuida ( y hasta hay quienes dicen que la Economía se manifiesta a través de ciclos recurrentes de expansión y contracción económica, en medio de una «dialéctica de la oferta y la demanda», o «de la abundancia a la escasez, y de la suficiencia a la dependencia»; también puede hablarse de una dialéctica de la regulación pública y estatal de esa oferta y demanda vs. una regulación privada y del mercado, en medio de un más generalizado debate entre «bien común» y «propiedad privada»).

      Se ha dicho que es la evolución dialéctica económica la que determina el modelo sociopolítico y la evolución ética social (determinismo económico; aunque Rifkin considera que antes está el determinismo termodinámico – que también decide si una nación logrará alcanzar el estadio de imperio, y la duración de estos últimos atada a su vez a sus fuentes energéticas); la evolución y complejidad del comercio, como lo es el mercantilismo y el capitalismo, va exigiendo libertad comercial y sistemas (estructuras y superestructuras, le llaman ellos) de mando sociopolítico horizontales o distribuidos, como la democracia representativa; e incluso es capaz de abolir esclavitud.  Y que un comercio más salvaje impone mandos sociopolíticos verticales o concentrados.  De ahí sostienen que un comercio semi-salvaje disfrazado en el libertinaje impone eufemismos sociopolíticos como la aristocracia u oligocracia.

     El deber de un líder en cada nivel social es potenciar y garantizar supervivencia a su nivel, y su fin supremo es lograr la mejor ética en ello; como todo ego, siempre con un dilema dialéctico y ético entre niveles generales y particulares; dilemas determinados por la relación instintiva y emocional entre altruismo y cercanía genética, y de manera intuitiva con la más fuerte dependencia económica y con la ventaja del poder grupal;  y que generalmente producen multiplicidad de personalidad y de éticas en un mismo ego (doble moral, banalidad del mal).  También es el líder, modelo del que se replican por inducción, conformidad y justificación, conductas éticas en sus subordinados.

     ¿Un líder que degrada el nivel ético de toda la escala social bajo su responsabilidad, debe recibir una cantidad de culpabilidad o infierno proporcional a la diferencia de ignorancia y consciencia del grupo respecto a la suya, y proporcional a su propia responsabilidad?… ¿Promedio o sumatoria?

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4.- PSEUDOCIENCIA DEL TEMPERAMENTO Y LA CONDUCTA

                   El Temperamento es una especie de estilo de reacción de las personas ante la realidad, una manera típica de tomar decisiones; se tiene el consenso de que es innato, una especie de memoria ROM de fábrica.  El Carácter (o autoestima) sería la suma del temperamento más los hábitos adquiridos a través de la domesticación, la educación, el medio ambiente y la consciencia colectiva; una especie de software modificable dentro de una memoria PROM; y son las primeras manifestaciones de la formación hogareña del carácter lo que provoca la falsa creencia de que el temperamento tiene raíces hereditarias.  La Personalidad es la suma del carácter, la imagen, y otras características fisiológicas de proyección verbal y no verbal (que sí tienden a ser hereditarias).  El Ego es la entidad informática cerebral que administra la personalidad, siempre determinado por el instinto de supervivencia como necesidad básica biológica, y sus versiones cerebrales más complejas.  Y la Conducta es la reacción del ego, su estilo, sus inteligencias (en especial la emocional intra e inter personal) y sus necesidades, ante la acción de necesidades de otros egos, y viceversa, o sea ante un ejercicio dialéctico de poder, y dependiendo de este ejercicio puede ser de tendencia ofensiva-acción, defensiva-reacción o neutral.

                La teoría más aceptada por la psicología acerca del temperamento es la antigua teoría griega de los cuatro humores, pero esta teoría pseudocientífica desciende de otra más antigua de los cuatro elementos;  y ésta a su vez de todavía más antiguas observaciones astrológicas de los sumerios;  estos observaron cierta extraña correlación entre el temperamento y la fecha de nacimiento, y así más o menos clasificaron los temperamentos en grupos donde en la toma de decisión les domina la acción o instinto reflejo, la emoción, la razón intuitiva y el pragmatismo.  Son famosos entre esta creencia: las tendencias narcisistas de los Leo, los celos de los Escorpiones, la susceptibilidad de los Cáncer, el perfeccionismo de los Virgo, el de tomar la justicia en sus manos de los Libra, etc., y hasta características somáticas como la mirada penetrante de los Escorpiones, atribuirían a esta correlación.  Por supuesto, las más actualizadas creencias pseudocientíficas no atribuyen esto a planetas ni constelaciones, ni a ninguna fuerza mágica o magnética, sino a cierto reloj biológico circanual que tendrían ciertos genes encargados de activarse en el momento del nacimiento, así como los hay que saben cuándo activar ciertas funciones hormonales en la pubertad, controlar el envejecimiento, etc., y que programarían algún arreglo neuronal que imprimiría el temperamento en la memoria ROM del cerebro (hipotálamo).  Basado en esta osada teoría y la de la evolución cerebral, todos seríamos básicamente emocionales en nuestras tomas de decisiones, siendo ésta la rutina cerebral dominante (la razón consume mucha energía, y estamos diseñados para ahorrarla), pero algunos tendrían mayor o menor influencia estadística del instinto reflejo, de la razón intuitiva o de la razón deductiva.

                Las necesidades son el impulso o motivación que da lugar a la conducta, aunque la misma sea moldeada por el temperamento (actitud), y por la consciencia actuando a través de la autoestima o carácter.  Solo hay una necesidad, y es la biológica necesidad de la supervivencia del individuo y su descendencia genética.  El ego percibe e interpreta este instinto de supervivencia como Voluntad de Poder e Instinto de Acumulación, a través de sus dos emociones básicas: egocentrismo (deseo de ser el centro de supervivencia de toda realidad), y la confianza en sí mismo (miedo de las posibilidades de supervivencia ante la realidad); dicen que los niveles de oxitocina y testosterona tienen que ver con una y con la otra.  Los psiquiatras consideran también estas emociones del ego, como herramientas de tipificación de la personalidad (extroversión, psicoticismo, etc).  La complejidad cerebral traduce ese miedo en: miedos físicos (muerte, vejez, enfermedad, dolor); miedos psicológicos (pobreza económica, rechazo sexual y social); miedos metafísicos (castigo post mortem); y sus respectivos deseos como contraparte (salud, placer, fama y fortuna, ir al «paraíso»).

            Otras interpretaciones serían, según el instinto sinérgico social, en: necesidades de supervivencia individual y de supervivencia grupal; según la Pirámide de Maslow o de evolución cerebral, en: necesidades fisiológicas, sensuales, emocionales, y filosóficas o de la razón (intereses) y la consciencia (valores); y por efecto de la propia percepción y el instinto filosófico, a variaciones como: necesidades estéticas (simetría, armonía, coherencia, belleza), lógicas (valor de verdad), éticas (bondad, justicia y calidad), metafísicas (trascendencia).

             Pero es el carácter, junto a algunos aspectos económicos, quien realmente jerarquiza las necesidades y se encarga de producir calidad conductual, influido por la consciencia, que establecería cierta coerción interna en la conducta (Deberes), y las leyes sociales coerción externa (Derechos – terminan donde comienzan los de los demás; y donde hay una necesidad, hay un derecho, decía Evita).  Deberes y Derechos son dialécticamente complementarios, y de su dialéctica se construye la Justicia; aunque en un sistema en evolución, estos a menudo son suplantados a conveniencia por las Obligaciones, los Privilegios, y la Ley (lo legal no necesariamente es justo).  No manifestamos conducta de calidad en todas las circunstancias y contextos; ésta es la misión de educar la autoestima a través de hábitos de higiene mental y emocional.

Gráfico.- Conducta humana y su resultado ético, en función de la emoción y la autoestima.

Gráfico.- Influencia de la rutina de la consciencia en las demás rutinas cerebrales.

Gráfico.- Distribución grupal de poder en función de la conducta ética.(Ver ley Maxwell-Boltzmann). Opinión de A. Einstein.

                Es conocido que deficiencias y desórdenes (de recompensa bioquímica cerebral) en la formación del carácter, así como desórdenes somáticos e informáticos en las áreas del cerebro donde éste se memoriza (lóbulos frontales), pueden crear aberraciones y obsesiones conductuales anárquicas (pecados) como: el sadomasoquismo (desear dolor), apego adulto y adicciones (deseo irracional e incontrolable de placer), fobias y traumas (miedo irracional e incontrolable), avaricia (deseo incontrolable de beneficio y poder), envidia (deseo incontrolable de los bienes y atributos ajenos), celos (fusión de apego y miedo al mismo tiempo), odio e ira (deseo de perjudicar o provocar miedo), entre otras.  La homosexualidad (instinto de reproducción invertido o hacia el mismo sexo) se sospecha es un desorden somático glandular genético (también del hipotálamo), pero no faltan psicólogos que dicen que esto solo es parte de la ecuación y lo atribuyen también a formación del carácter.  La depresión y la euforia, a diferencia del estado de ánimo (tristeza/alegría – deseos satisfechos o no), también se manejan como problemas más psiquiátricos que psicológicos.

                 En cada acto delictivo o antiético, y su respectivo juicio: ¿Qué cantidad de culpabilidad o de infierno le correspondería al individuo y su nivel de ignorancia y consciencia, y cuánto al sistema y al nivel de ignorancia y consciencia de ancestros, educadores directos, controladores sociales y terceros actores, o sea las circunstancias?  ¿Si en gran parte somos imitación, qué tan colectivo o individual es el libre albedrío?

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3.- CEREBRO Y CONSCIENCIA: CUALIDAD DE LA MATERIA PREVIO A LA TRASCENDENCIA

La célula, la unidad viviente básica, adquiere también instintos sinérgicos para formar tejidos, y cibernéticos para organizar otras cualidades materiales como: órganos, sistemas y macroorganismos vegetales y animales.  Estos macroorganismos, responden también, como un todo y a su escala fractal, a la autopoiesis o instinto de supervivencia; y para manejar toda su homeostática (termodinámica), los organismos animales especialmente, han relegado toda esa informática y funciones, a un sistema central de mando y control o procesador; éste desarrolló estrategias de supervivencia basadas en opuestos dialécticos: un sistema de señales de dolor que advierten sobre la supervivencia en peligro; y otro de placer para fomentar aquellas acciones que aseguran y potencian dicha supervivencia.

La ley dialéctica evolutiva se ha encargado de desarrollar procesadores cada vez más complejos e inteligentes, con programas o rutinas que hacen ciertas tomas de decisiones cada vez menos automáticas o reflejas, siendo la razón (análisis lógico complejo) y la consciencia (juicio cualitativo, axiológico o ético), las más evolucionadas de estas rutinas (y las únicas con capacidad de generar filosofía).

El cerebro humano es hasta ahora el más evolucionado de estos procesadores; y existen varias teorías superpuestas acerca de cómo éste aventajó al de los demás homínidos:  la teoría de la mutación, que argumenta que la proteína denominada neuropsina tipo II es mucho más abundante en los cerebros humanos que en los de otros homínidos;  la teoría de la alimentación, sostiene que cambios alimenticios promovieron que los axones, o red eléctrica de conexiones entre neuronas, engrosaran su capa externa llamada mielina, haciendo de este cableado el equivalente a una especie de “superconductor”, «fibra óptica», o especie de “banda ancha”, comparada con el de los demás homínidos.  Otras teorías anexas son: la de la mayor masa del neocortex frontal; la adquisición de complejidad informática sonora de cinco vocales y unas dieciseis consonantes;  la habilidad digital o complejidad manual;  la especialización de los hemisferios cerebrales; todo esto que haría del cerebro homo sapiens una especie de “dual core” en contraste a una especie de primitivo “8086” de los otros homínidos.

Gráfico: Aproximación al funcionamiento informático del cerebro humano

 Se afirma que previo a la adquisición de consciencia, evolutivamente se da la adquisición de algo llamado ego (al universo le gusta la aleatoriedad, también a la genética, y por supuesto también a su informática), que no es más que una especie de identidad, avatar o “usuario” del computador cerebral, administrador del temperamento innato (información base del ego), de todas las sensaciones (inputs), emociones y conductas (outputs) experimentadas; aunque sin control directo del “hardware” de las demás funciones biológicas (solamente con hipnosis, una fuerza psicológica, es posible robar la “contraseña” de acceso al ego).  Es además la suma de todas sus memorias o bases de datos, y es de tendencia natural concéntrico y autoprotector (esa es su manera de interpretar el instinto de supervivencia – dicen que los genes son egoístas) y por ende, causa de entropía en sus manifestaciones, tendencia que debe ser vencida con el esfuerzo psicológico de la autoestima para forjar calidad conductual y ética.  Las teorías del surgimiento del ego “auto-identificable y auto-perceptible”, y si los mamíferos superiores lo poseen, están todavía más en el ámbito de lo esotérico y la pseudociencia que en el de la ciencia informática (aunque se cree nace con la razón intuitiva y una parte de la memoria episódica llamada memoria autobiográfica); y se cree que los chimpancés, nuestros más cercanos primos, y los delfines, lo poseen también.

La adquisición de Consciencia (Ethos) vendría como resultado de una larga experiencia de interacción social.  Se piensa que aunque el cerebro humano desarrolló biológicamente  capacidad para intuir la inteligencia ética (percepción de cualidad, capacidad de Juicio, de juzgar o cualificar); la consciencia no es sino un producto de la memoria histórica de infinidad de egos (en especial las de algunos líderes y “profetas”) transmitida por generaciones (al igual que la Ciencia y la Cultura, ésta sería un proceso cognitivo colectivo, evolutivo e histórico; una especie de «nube informática» de la moral; pero que al ser la ética, homóloga de las leyes dialécticas, es pasible de ser intuida y luego convertida en rutina); o sea que es un producto de la habilidad de comunicación oral como herramienta para transmitir conceptos patrones de fines éticos primitivos, producto de siglos de experiencia grupal, ejercicio político y también filosófico.  Estos patrones posiblemente formarían parte en el nacimiento de religiones primitivas, ya sea como causa o como consecuencia.

En una entrega posterior hablaremos del concepto teórico de la Trascendencia (que posiblemente sea también una rutina biológica cerebral más en actual proceso de evolución, o un atractor donde se dirije la dinámica dialéctica social), no sin antes hacer una explicación de la Inteligencia: y ésta no es más que la medida de la eficiencia en el reconocimiento y reproducción de patrones de orden, dentro de un contexto de aparente caos.  Esta habilidad informática también potencia la supervivencia, por motivos dialécticos evidentes, y darwinianos conocidos, y se compone básicamente de: la Percepción (ventaja fisiológica del cerebro joven aquí), la cual es una especie de “lenguaje filtro de máquina” cerebral (se dice que su «código fuente» está ubicado en el Hipocampo) que decide mediante la Lógica, qué es real y qué es virtual; y luego procesa y ordena dicha “realidad” de acuerdo a las llamadas Leyes de Gestalt.  También se compone de la Memoria (ventaja empírica del cerebro maduro aquí), tanto de trabajo de corto plazo, como histórica de largo plazo.  Cada rutina cerebral tiene su propia inteligencia y memoria, y se presume que el cuerpo humano posee especie de “memoria Caché y BIOS” adicional en músculos y órganos (los deportistas y quienes han sufrido trasplante de corazón también lo sospechan).

Hay cinco categorías de percepción (también la percepción, como formadora de ego, puede ser burlada con hipnosis y otras manipulaciones): percepción de espacio, de tiempo, de movimiento (o efecto de una fuerza), de cualidad y de cantidad.  Esto origina los llamados diferentes “tipos de inteligencia”: espacial, corporal, lógico-matemática, musical, etc.;  y los tipos de genios de acuerdo a los componentes de la inteligencia: los savants (supermemoria), los planificadores (percepción secuencial), y los creadores (percepción holística).  Es la percepción además, una generadora de dialéctica en si misma, por cuanto es tan diversa e individual (ego, qualia) como las huellas digitales.

¿No serán acaso la vanidad (falsa autoestima), el pensamiento mitológico, la inspiración artística, la meditación, el efecto placebo, y la fe u optimismo excesivo, grados de autohipnosis, en parte para evadir el esfuerzo psicológico de razonar?

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2.- LEYES, FUERZAS E INSTINTOS

El Universo ontológico o real (energético-material-informático-inteligente-espaciotemporal) funciona a través de la lógica o regla de juego de las llamadas Leyes de la Dialéctica; en cambio que el universo metafísico (más allá -y más acá- de la física clásica), ideal e indeterminado, que se sepa no necesita de ninguna ley del anterior.  Podemos enunciar a saber: 1- Ley de Complementariedad, Gradualidad o Lucha de Cualidades Opuestas, Recíprocas o Contradictorias, o de Causa y Efecto; 2- Ley del Cambio en el Tiempo (de la cantidad a la cualidad, de lo simple a lo complejo, y viceversa); 3- Ley del Desarrollo Evolutivo e Involutivo (cíclico y espiralado) o Negación de la Negación.

Pero el Universo es un Sistema, y como tal es regido por leyes dialécticas aplicadas a los mismos, y que en ciencia física, a través de la cual fueron descubiertas, son conocidas por Leyes de la Termodinámica. Estas sostienen: 1- Que en un sistema aislado (el Universo hasta ahora se comporta como tal; en cambio la materia se organiza en sistemas abiertos, o cerrados no aislados) la cantidad total de materia y energía se mantienen constantes no importa los cambios en su cualidad; 2- Que un sistema tiende a su máximo estado de probabilidad, y que tal estado es el equilibrio o entropía, un estado donde se pierde toda dinámica sinérgica, y para revertir tal tendencia se necesita aplicar una voluntad o Fuerza, o sea realizar un trabajo con el respectivo intercambio de energía. Para producir orden o negentropía en un contexto, es necesario sacrificar orden (crear entropía) en otro contexto complementario (¿Cuál sería ese contexto complementario a la materia en el universo?  ¿Y la cantidad cognoscible de información en el universo, es constante; y la posible? ).

Ya dijimos que para crear negentropía en el Universo se necesita aplicar una Fuerza (alterar el espacio, el tiempo o el valor informático respecto a un punto de referencia), y estas son producto de la voluntad de la primera ley dialéctica. La interacción de los diferentes tipos de materia (o más bien de sus campos energéticos de influencia) de cualidades opuestas (o complementarios) producen estas Fuerzas Fundamentales. Se conocen en el campo de la Física: a nivel nuclear, la fuerza fuerte; a nivel atómico, la fuerza electromagnética o electro-débil; y a nivel molecular, la fuerza gravitacional (se cree que al principio del tiempo estas fuerzas eran una sola cualidad, y que incluso la gravedad proviene de otra dimensión superior al espacio-tiempo). A nivel biológico existen otras que veremos mas adelante, denominadas Instintos o Propiedades (por su capacidad implícita de información), como son el instinto informático, el instinto cibernético, y la autopoiesis. A nivel del Universo como un todo existe la fuerza de expansión, que la Física no menciona entre las Fuerzas Fundamentales porque esos campos, tanto de lo infinitamente grande, como lo infinitamente pequeño, así como lo primigenia-mente antiguo, se encuentran todavía bordeando la Protociencia, y filosóficamente bordeando la Metafísica y hasta la Teología. Y a nivel psico-social se dan fuerzas que son estudiadas por las ciencias sociales.

De todas las fuerzas físicas, la electromagnética es la más trascendental, debido a su capacidad de crear no solo sinergia, a través de la primera ley dialéctica, tanto a nivel atómico como molecular, sino también las bases de la complejidad química o polimerización, a través de la segunda ley dialéctica (la primera ley afecta a toda cualidad, pero la segunda y la tercera solo cuando intervienen fuerzas). Pero para producir tal complejidad, necesita que la materia le proporcione una mayor (cantidad) de bits (más cualidades) que tan solo átomos de hidrogeno y helio, los cuales conforman el 98% de la materia con masa de vibración visible del universo. El otro 2% de la materia que conforma la “tabla periódica” es creada durante el proceso entrópico o muerte de una estrella (las cuales son sistemas transformadores de cualidades de energía y de materia) a través de la fusión del hidrogeno y el helio, como un producto de la fuerza gravitatoria.

De todas las variedades de átomos (elementos), es el carbono (ver Chovinismo del Carbono) quien tiene la capacidad de producir, con sus cuatro electrones de valencia, la mayor complejidad sinérgica o de autoorganización. Es la Química orgánica una propiedad del carbono; y la Biología (vida), una propiedad de la Química orgánica, y en última instancia, una propiedad de las leyes dialécticas expresadas a través de la fuerza electromagnética (de los enlaces covalentes).

Es a través del nucleótido, un compuesto orgánico, donde la materia consigue dar el siguiente salto dialéctico u obtención de nueva cualidad. Su capacidad de adquirir cualidades opuestas complementarias (ley dialéctica de nuevo) y una complejidad de hasta cuatro (dos parejas complementarias) unidades, su capacidad de acumulación de energía y de constituir ladrillo básico esquelético para formar nuevos tipos de materia, le hace ser considerado la unidad básica para la materia viviente. La complejidad proporcionada por la interacción de sus pares complementarios de bases nitrogenadas, le permite adquirir tanto propiedad de replicación(dicen ahora que esto para disipar energía y cumplir la segunda ley termodinámica) como “instinto informático”, constituyendo el nucleótido el equivalente a un bit de información en el lenguaje de la vida; a partir del cual, un codón sería el equivalente a un byte; un gen a un programa, y portador ya de cierta inteligencia individual; y una proteína, equivalente a una aplicación o un sistema operativo.  El ADN contiene toda una cadena llena de genes constructores de proteínas, y una célula humana contiene cuarenta y seis cromosomas con dos pares distintos de estas cadenas. Se dice que un gramo de ADN contiene tanta información como un trillón de DVDs, y los seres humanos poseemos unos 600 gramos de estas moléculas de memoria.

De la inteligencia morfogenética y la informática de los patrones de metilación de nucleótidos, a la adquisición de “instinto cibernético” o control eficiente homeostático, no hay más que un paso (esta cibernética y control se desarrollan por evolución, ensayo y error, adaptación o causa/efecto – y dicen que también al autoensamblaje molecular, a la dialéctica de las reacciones entre proteinas, las reacciones redox, así como a un tal mecanismo reacción-difusión o patrón de Turing); y sumado a la propiedad de replicación, se consigue la Autopoiesis, también llamada ley o Instinto de Supervivencia y Conservación. Todos estos instintos biológicos, como es lógico, buscan cumplir las leyes dialécticas y termodinámicas.

Es el cerebro humano la porción de materia más altamente organizada que se conoce, con capacidad de poseer consciencia, o sea, capacidad de filosofar (todos las rutinas cerebrales desde la percepción al pensamiento son procesos dialécticos, con la diferencia que el filosofar se detiene más tiempo en sacar más cantidad de información y de más calidad a esos procesos, y puede sustituir conceptos abstractos por símbolos – la razón inductiva crea valor de verdad desde la cantidad a la cualidad; y la razón deductiva desde la cualidad a la cantidad).

Si los “dioses” existen, su voluntad se manifiesta solo a través de una Ley abstracta; y las Fuerzas serían algo así como “ángeles” que abogan entre la ley y la realidad material. Por debajo de allí, lo que queda, es aleatoriedad (más complejidad), un poco de libre albedrío, y estadística. Dicen que Jesús tenía acceso, con la energía de su verbo, a la manipulación de fuerzas y leyes… ¿ver o creer?

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Los diccionarios definen la Ética como el estudio de la moral y la virtud (teoría); y la moral como la conducta de acuerdo a normas de lo correcto y el buen vivir (praxis); y estas normas a su vez serían los medios de orden social conocidos de manera generalizada como los “diez mandamientos”; y para una gran mayoría, solo les interesa conocer hasta aquí.

La Ética es una sub-rama de la Filosofía, y para entender su sentido filosófico hay que explicar primero a esta última. La Filosofía (a pesar de su lenguaje para algunos aparentemente pretencioso y ostentoso) es la actividad que intenta comprender a través de preguntas y argumentos, el Universo y el sentido de su existencia. Su principal rama de estudio es la Metafísica (más allá de la Física), la cual se hace preguntas que trascienden a la realidad y sus leyes, tales como: ¿Qué?, ¿Quién? y ¿Por qué? (que nuestro cerebro trata de encajar con sustantivos, pronombres y adjetivos). Como consecuencia de la misma se deriva la Ontología (o viceversa), la cual estudia lo que es y lo que no es, la realidad y sus leyes, elaborando preguntas: ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, las cuales denotan proceso, lugar y tiempo (las llenamos con verbos, y complementamos con adverbios).

De la Ontología deriva la Lógica, la cual estudia cómo se piensa la realidad, y esta a su vez produce tres sub-categorías que son: la racional Dialéctica (o conocimiento de leyes constitucionales del Universo), la extremadamente abstracta Matemáticas, y la emocional y perceptiva Estética. De la Dialéctica deriva la Epistemología, que trata sobre los métodos para alcanzar el conocimiento de la realidad; y de esta última llegamos a la Ciencia (o conocimiento de las leyes orgánicas del Universo).

Competidoras de la Filosofía son: el Esoterismo, que estudia lo que aparenta ser; la Mitología, que estudia lo imaginario o lo que está dentro del campo de la fantasía; y la Teología, que estudia lo divino, y se mueve en un umbral que va desde la Metafísica a la Mitología. Si el fin ontológico de la Filosofía es la Ciencia; en ese mismo sentido, del Esoterismo alcanzamos la Pseudociencia, y de la Mitología, la Religión.

La Ética, con una mezcla de metafísica y ontología, se encarga de la pregunta ¿Para qué?, o los posibles fines e intenciones de la “Creación”. Como la Metafísica, más que de la mente, es una actividad de la consciencia, y por ende los animales no humanos no la manifiestan sino de manera instintiva, o como reflejo de una consciencia superior.  El fin ético (o inético) primario del animal como ente viviente es sobrevivir (Ley de la Supervivencia o máxima ley biológica), y la expresión humana de esta ética instintiva sería “el fin justifica los medios”.

El primer paso ético en la escalera humana para superar la animalidad es la Ética Teleológica (ética del “mal menor” o de la razón intuitiva); ésta nos dice que los fines deben ser éticos, pero no pone mucha objeción en los medios. Aunque una ética todavía pasional y utilitaria, es un avance sobre el instinto animal, y es el nivel ético general que mínimamente alcanza un hombre obligado a socializar.

El siguiente paso ético humano lo constituyó la Ética Deontológica (ética del “no debería” o de la razón deductiva); ésta nos dice que para que un fin sea ético, los medios para conseguirlo también deben serlo. Los “diez mandamientos” de la cultura-religión judaica son uno de los primeros planteamientos de ética deontológica, y un triunfo de la mente humana sobre las pasiones.

Luego vendría un tal Jesús a promover el próximo gran paso ético (ética del “bien total”, de Aristóteles, o de la Felicidad a través del justo medio o razón áurea); y éste nos recuerda que no basta con que los fines y los medios para alcanzarlos sean éticos, sino que la intención, impulso o voluntad también debía serlo; y el liberar de toda duda, ignorancia e hipocresía al acto ético, constituyó un triunfo de la consciencia por sobre la mente. Jesús no solo hace uso de la Dialéctica para fundir los “diez mandamientos” en tan solo dos: uno basado en la ley de “lucha de opuestos” (Ama a tu enemigo), y otro basado en la ley “de la cantidad a la cualidad” (Ama al Creador-y la Creatividad-sobre toda la Creación); sino que también sugirió en el Autosacrificio (del latín sacri-facere=hacer sagrado), Perdón, o Altruismo (con gran énfasis demostrativo, pero lamentablemente orientado a una metodología religiosa y mágica, y no filosófica como antes que él lo hiciera Sócrates), la solución a todos los dilemas éticos que la ley de supervivencia produce (¡tamaña sugerencia! – ver Dilema del Prisionero y Dilema del Tranvía). El Amor, planteado como el máximo valor ético cristiano, es la fusión del Respeto como actividad de la consciencia ética, la Admiración como una actividad perceptiva, el Interés como una actividad de la razón, y el Deseo como una actividad emocional instintiva animal (amar = desear + admirar + interesarse + respetar).

La Ética, vista a través de la Ontología y otras ramas realistas de la Filosofía, encierra dos fines básicos (el objetivo práctico de la Ética es optimizar la aplicación de las leyes de la Dialéctica en el comportamiento humano, a los fines de optimizar asimismo la mejor supervivencia social): la JUSTICIA (basada en la ley dialéctica de causa y efecto, o de “lucha de opuestos”), que no es más que dar a cada quien lo que merece y le toca (premios, castigos, lecciones, regalos, adjudicaciones y confiscaciones).   Secundaria de ésta tenemos la EFICIENCIA, que no es más que justicia material, energética (rendimiento), de espacio (diagramas Voronoi),  y de tiempo. El otro fin básico es la CALIDAD (basada en la ley dialéctica “de la cantidad a la cualidad”), que no es más que dar a cada quien lo mejor (aunque dicen que lo mejor es «enemigo» de lo bueno).  Y secundaria de ésta tenemos la SINERGIA o NEGENTROPIA, que no es más que todo lo contrario a entropía, caos, desorden, dispersión o desperdicio, pérdida, desinformación, indisciplina, negligencia, desidia, fraude, perversión, aberración, involución, derrota, destrucción, muerte.

Dar a cada quien lo que merece y le toca,… lo mejor,…el Amor.

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